Nadie sin comida ni calor

 

Hemos dejado atrás un duro para todos, donde el colectivo de personas inmigrantes y refugiadas de la ciudad de Burgos lo ha sufrido de un modo muy agudo.  Desde Atalaya Intercultural hemos sido testigos de cómo cada vez más familias y personas que carecen de cualquier tipo de ingreso solicitaban ayuda urgente ante situaciones de emergencia relacionada con la cobertura de necesidades básicas. Y es que bajo el prisma de una pandemia, las desigualdades o la exclusión social no solo son una cuestión moral o justicia social , sino también un elemento imprescindible para asegurar cualquier política de salud pública eficiente. Con esta reflexión queremos agradecer el convenio firmado con el Ayuntamiento de Burgos que ha permitido la mejora de este programa tan importante.

El Comedor de Atalaya, que es pilar de apoyo para un proceso de intervención integral de personas en situación de vulnerabilidad, ha ido adaptando su funcionamiento según la situación sanitaria y aunque ha sufrido un descenso del personal voluntario, ha podido dar respuesta a la necesidad básica de una alimentación equilibrada y saludable a todas las personas que lo han necesitado. Desde que se inició la pandemia ha habido momentos de suspensión de las comidas y cenas presenciales que dieron paso a un punto de recogida de comida caliente y cenas unipersonales en bolsas. Desde octubre de este año pasado se ha retomado la comida y cena presenciales con todas las medias de seguridad.

Desde que se puso en marcha este programa las personas voluntarias han tenido muy claro que su tarea iba mucho más allá de ofrecer un plato caliente. Forman parte del día a día de personas con situaciones personales y sociales muy vulnerables, que necesitan un lugar donde sentirse acompañados y escuchados. “Es un espacio acogedor, dejando de lado la comida que te ofrecen. Antes de la pandemia nos quedábamos un rato, charlábamos un poco y teníamos más tiempo”, describe Roberto, usuario del Comedor. Pero la crisis que estamos sufriendo ha cambiado la forma de interactuar y reunirse, y también ha agravado más las desigualdades sociales: “Hablamos de personas que les falta red y están muy solos, el covid les ha aislado mucho más”, dicta Elvira Santamaría, coordinadora del programa. 

El covid ha afectado más a las personas más vulnerables, haciéndonos reflexionar como sociedad y poniendo en valor la importancia de velar los unos de los otros, construyendo una sociedad basada en el cuidado de las personas, unos a otros.

Durante 2021 el Comedor de Atalaya Intercultural ha proporcionado apoyo alimentario los 365 días del año a 210 personas de 30 nacionalidades de procedencia, ha servido unos 2000 menús al mes y ha ofrecido un total de 28417 comidas y cenas en todo el año.

Desde la institución queremos agradecer profundamente al increíble equipo de voluntarios que tenemos y a las instituciones que apoyan este programa tan necesario: el Ayuntamiento de Burgos, el Banco de Alimentos de Burgos con Mercadona, la Fundación Red Íncola y la importante ayuda de la Fundación Alimerka que, a través de un proyecto de apoyo a comedores sociales, ha permitido mejorar sustancialmente las bolsas de cena durante este año gracias a la financiación del 50% del gasto de éstas. 

 

Las personas antes que las fronteras

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